Tú no eres Maui, el semidiós embaucador

Maui es uno de los personajes de la película Vaiana. ¿La conoces?

Se trata de un semidiós que tiene fama de ser un verdadero maestro del engaño. De hecho, es de esto, precisamente, de lo que quiero hablarte en este post.

Vaiana va en busca de Maui para que devuelva el corazón a Te Fiti y solucionar el grave problema al que se enfrenta su isla. Pero ante esa petición, Maui es capaz de tergiversar las palabras de Vaiana y usarlas a su favor para escapar, eludiendo, así, su responsabilidad. De hecho, lo que hace este semidiós embaucador, es lo que frena a muchas emprendedoras a vender sus productos y servicios.

Ni engañar ni convencer

No es la primera vez que una emprendedora comparte conmigo el bache que supone para ella tener que convencer a su público de que compre sus productos o servicios. Ya solo con este planteamiento, me atrevo a afirmar que la articulación del mensaje de ventas va mal encaminado.

Probablemente has tenido la sensación de que, cuando te diriges a tu público potencial, lo que haces es incitarle a la compra. Pero no solo eso. Detrás de ese mensaje, en ocasiones, se esconde el miedo a parecer que fuerzas e insistes en que haga algo que, en el fondo, no quiere hacer.

Si eso fuera así, estaríamos hablando de manipulación, incluso de engaño. Pero como te decía al inicio de este post, tú no eres un semidiós embaucador que coge las palabras de su público y les da la vuelta para aprovecharse de ellas.

Estoy segura de que ésta no es tu misión.

Sin embargo, sí es cierto que puede costar vender si tienes la impresión de que gastas energía intentando conseguir que otra persona, tu cliente potencial, realice una acción de valor en tu negocio: comentar un post, suscribirse, comprar…

Pero vender no debería significar convencer a nadie. Es más, la propuesta que te hago es más simple y eficaz y, además, te libera de la culpa que, en ocasiones, acompaña a este proceso.

Es que yo no quiero obligar a nada.

Intentar convencer a tu público implica usar la razón, buscar argumentos que justifiquen tu propuesta y hagan que termine tomando una decisión.

No es que usar la técnica de convencer sea negativa. Pero sí es cierto que, con esta estrategia, tiendes a alejarte de lo que puede sentir tu cliente potencial, y eso te lleva a pensar que no lo tienes en cuenta, que no te importa.

Es por este motivo por el que, cuando intentas convencer a alguien, tienes la impresión de que lo estás obligando a hacer algo va en contra de su voluntad. Y como eso no lo quieres, te quedas quieta. De hecho, esperas a que sea tu público quien, por arte de magia, vea lo que haces, se convenza de que eres la respuesta a sus problemas y te compre.

Pero bien sabes que eso no funciona. Así que voy a proponerte otra estrategia para liberarte de cierto sentimiento de culpa que te invade cuando intentas vender.

La persuasión, o el don de llegar al corazón de las personas.

La persuasión está directamente relacionada con la empatía, es decir, con la capacidad de ponerte en el lugar de otra persona.

Se trata de meterte en la piel de tu cliente, de ser capaz de comprenderlo, de emocionarte como él lo hace y de experimentar sus problemas como si tú misma los estuvieras viviendo, pero sin ser la protagonista.

Así pues, no se trata de convencer a tu cliente de que tú puedes solucionar sus problemas o dar respuesta a sus deseos, sino de provocar en él unos sentimientos que le permitan, por sí solo, encontrar los argumentos que necesita para tomar la decisión de comprarte.

¿Qué te parece la propuesta? ¿Te parece atractiva?

Cuéntame qué dificultades tienes a la hora de persuadir a tu público. Estaré encantada de leerte.

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Laia Simón Martín

Mentora de emprendedoras y experta en comunicación para marca personal.
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