5 situaciones en las que debes decir «no» a un cliente

Parece que ese día nunca va a llegar. Has empezado un negocio y tu principal preocupación es la entrada de dinero. Ni se te pasa por la cabeza decirle que no a una persona que quiere trabajar contigo.

De hecho, me atrevo a decir que tus pensamientos están más cerca de:

“Si digo que «no», mi negocio nunca va a funcionar nunca”

De hecho, lo entiendo perfectamente. Mi único pensamiento cuando me lancé al emprendimiento era ganar dinero. Y eso significaba para mí, que no importaba quién era mi cliente o lo que me pedía.  

Grave error.

Decir «no» es una oportunidad para hacer crecer tu negocio. 

Sé que parece contradictorio. Si no hay clientes, no hay ventas. Sin embargo, quiero hacer una reflexión contigo.

¿Has sentido la necesidad de decirle «no» a alguien y luego te has echado atrás por miedo a perder algo?

Se trata de una reacción habitual, pero también tóxica. Decir no es sano y, además, te ayuda a enfocarte en lo que sí deseas para ti y tu negocio. 

Tener ganas de decir «no» es una forma de protegerte de una situación que, a la larga, no te va a aportar beneficios. 

No siempre puedes aceptar el trabajo que te piden

El límite de tiempo del que dispones es uno de los motivos por el que debes declinar a un cliente. Pero es posible que te preocupe que se vaya con otro profesional si le dices que se espere, así que terminas diciendo que sí. 

El resultado es ir sobrepasada de trabajo, con un posible descenso de la calidad del trabajo y un estrés añadido a tu vida que puede que te impida sentirte satisfecha. 

Una de las frases que puedes usar para decir «no» en estas situaciones, podría ser:

“Puedo empezar a trabajar contigo en marzo, aunque si se trata de algún encargo urgente, puedo recomendarte un profesional de confianza”

No solo estarás ofreciendo tu disponibilidad de forma sincera, sino que te harás valer y mostrarás interés por el problema de tu cliente ofreciéndole una solución. 

Si no le puedes ayudar, sé honesta

No siempre vas a poder solucionar el problema que tiene tu cliente, incluso cuando el tema con el te trabajas se parezca. 

Por ejemplo, si te dedicas a acompañar familias a mejorar la comunicación con los niños y niñas y te piden asesoramiento para resolver problemas de pareja. 

En estas situaciones, la respuesta podría ser:

“Agradezco tu confianza. Sin embargo, no estoy especializada en relaciones de pareja. Mi trabajo consiste en ayudara resolver los conflictos con los niños y a aprender a poner límites a las personas adultas del entorno, entre ellas también la pareja”.

Con esta intervención estás siendo sincera con tu posible cliente y, además, abres la vía a la venta ofreciendo la vertiente de tu negocio que podría interesarle y que quizás no conoce. 

Hay clientes que incomodan

Y no solo porque, en un momento dado, pueda llegar a ti alguien con el que no compartes valores. 

Llega un momento en el que tu negocio deja de ser tú y, pese a que los clientes están felices contigo, no da respuesta a tus inquietudes y necesidades. 

Y eso suele ir acompañado de insatisfacción y falta de deseo en tu trabajo. Así que, en estos casos, toca reconocer que deseas enfocarte hacia otros proyectos, otros mercados y otro tipo de servicios. 

Recomendar otras empresas o negocios que puedan dar respuesta a las necesidades de tus clientes irá desviando el público antiguo para dar paso al nuevo. 

Los chupópteros, lejos de tu negocio

Son esos clientes eternamente insatisfechos. Agotadores, créeme. 

Compran un taller o una formación y lo encuentran todo caro, no les das lo suficiente o constantemente te dicen cómo deberías hacer tu trabajo para mejorarlo. 

Con este tipo de clientes, mi actuación es clara:

“Si no está satisfecho, le devuelvo su dinero”

Sé que muchas personas no están de acuerdo conmigo. Pero soy de las que no está dispuesta a malgastar ni un ápice de mi energía en discutir. Gano más, mucho más, si desvío a estas personas de mi camino. 

Vender no es la única finalidad

Tengo una tienda de productos de belleza. Una clienta me explica un problema que tiene en la piel y me pide una crema concreta. Le vendo la crema y el tema se cierra aquí. 

Sin embargo, mi objetivo como empresaria no solo es ganar dinero. También lo es que los clientes queden satisfechos y nos ayuden, con sus referencias, a posicionarnos en el mercado. 

Por eso, no puedes venderle a un cliente lo que te pide si no estás segura de que ese producto o servicio sea la solución que necesita. 

En estas situaciones, es importante que uses herramientas de comunicación empática y venta one to one, para orientarle hacia la solución que, según tu experiencia y conocimientos, crees correcta. 

Y ahora cuéntame, ¿te reconoces en alguna de estas situaciones? ¿Qué otras experiencias has vivido en las que le has tenido que decir «no» a un cliente o te gustaría haberlo hecho?

Deja un comentario en este post. Estaré encantada de conocer tu experiencia. 


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Laia Simón Martín

Mentora de emprendedoras y experta en comunicación para marca personal.
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